miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tenemos que volver a creer

Somos cada vez más los ciudadanos que estamos preocupados por el proceso de concentración y extranjerización de la tierra en nuestro país. Este proceso no es sino un paso más en la cristalización del modelo que vino a imponer a costa de torturas y desaparecidos el golpe militar del 76. Entender esto y dejar de creer que lo que nos pasa como pueblo es por mala suerte o por merecerlo, es primordial si queremos cambiar nuestro destino.
¿La tierra es nuestra?, desde el inicio mismo de nuestra historia como país, una clase dominante, a la que siempre le costó mucho explicar el origen de sus activos, se arrogó el derecho de quedarse con las riquezas de nuestro territorio, y desde esa posición de privilegio eterno, imponer a nuestros gobernantes, casi siempre fáciles, las directrices de la políticas económicas que nos dejaron en donde estamos.
La campaña al desierto de Roca y compañía, así como las campañas previas a distintos sectores de nuestro territorio “ganaron para la riqueza del país, millones de hectáreas casi despobladas o transitadas por pequeños grupos de indios forajidos” esto es lo que leímos en nuestros libros escolares, se podría decir que “la verdad es una construcción del poder”, por eso siempre fue tan importante para la oligarquía que se quedó ilegalmente con esos territorios, tener o digitar el poder, por eso homenajeamos con calles y monumentos a próceres que deberían haber terminado sus días presos por ladrones y asesinos. El primer peronismo vino a molestar esa pax romana que llegó a su cenit en la década infame que se anunciaba como “la época de oro”, “el granero del mundo”, y tantos otros títulos con que se pretendía legalizar la inmoralidad de ser un país rico con la mitad de nuestros hermanos desnutridos.
Todavía hoy es común escuchar por los medios de comunicación, siempre asalariados de esta clase dominante, que “el campo, el ejército y la Iglesia son las instituciones fundantes de nuestra Patria” y cuando dicen el campo no se refieren a las familias granjeras del chaco, sino a la Sociedad Rural, exclusivo club de familias poseedoras de miles de hectáreas, aviones, gobernadores, presidentes, golpes, etc,. Cuando dicen “el ejército” no se refieren al que cruzó los andes para liberarnos, casi en pelotas como nuestros hermanos los indios, como arengó San Martín, sino al formado por los hijos y yernos de esa clase dominante, y que siempre estuvo dispuesto a poner orden cuando “los decentes” les golpeaban las puertas de los cuarteles, y por último, cuando dicen “la iglesia” no se refieren a Monseñor Angeleli o a los curas del 3er mundo que dieron su vida por tomar la opción por los pobres que indicaba el evangelio, sino a los vestidos de negro con anillos de oro, que pueden verse bendiciendo a Videla y compañía en Marzo del 76.
Millones nos negamos a aceptar haber sido fundados por la muerte y el despojo.
El proceso de concentración y extranjerización de la tierra es parte de todo esto, no es una situación aleatoria, es parte de un plan, ellos tienen un plan.
Ningún país serio entrega sus zonas de seguridad (franja de 150km sobre las fronteras) o sus recursos naturales a extranjeros, somos el único país en el mundo cuyas reservas petroleras son propiedad de empresas extranjeras, somos el único país del mundo en donde por cada dólar de minerales que extraen las multinacionales mineras se llevan 1.05 dólares, ¡las subvencionamos!, como lo hacemos con los hoteles 5 estrellas en Bariloche, ¡subvencionamos a Soros mientras pibes comen en el basurero municipal!
En la Argentina un metro cuadrado de campo tiene más derechos reales que un pibe pobre, está más protegido por el estado, y por supuesto tiene infinitas más posibilidades de sobrevivir a los planes económicos.
Tenemos que plantearnos seriamente que país queremos para nuestros hijos, en estos días, personalidades políticamente correctas se rasgan las vestiduras informando que alguna familia toma un pedazo de tierra para levantar su casilla, mientras silencian inmoralmente que el país, su territorio y sus recursos naturales están de remate. Muchos pibes del alto no conocen el lago, mientras tenemos que luchar para que millonarios extranjeros como Lewis o Turner no se queden con un lago.
Si proyectamos este proceso en el tiempo, el futuro es muy oscuro. Debemos exigir a nuestros legisladores una ley que proteja el patrimonio de las generaciones futuras, que redistribuya la tierra dándole prioridad a las familias argentinas que la quieren para vivir y trabajar, que proteja nuestros recursos naturales para nuestros hijos y nuestros nietos, y sobretodo que establezca un criterio de reciprocidad con los extranjeros, que si en sus países de origen no nos permiten quedarnos con zonas de seguridad, con costas de lagos y ríos, si no nos permiten contaminar los cursos de agua con cianuro o extraer su petróleo o sus minerales sin pagar nada, no se lo permita a ellos, y así será de igual a igual. Debemos exigir una ley que no se lo permita a ellos, una ley que recuperando los bienes que nunca deberíamos haber cedido, recupere nuestra dignidad.
Estamos obligados a estar atentos, el ruido que nos llega a través de los medios solo pretende desviar la atención de los temas importantes, tenemos que definir cuáles son, como pueblo, nuestras prioridades reales, cuando hayamos realizado ese ejercicio será más fácil darse cuenta que legislador o gobernante trabaja para los que les pagamos el sueldo, y cuales lo hacen para quienes les compran la conciencia.
El sistema democrático sólo es democrático si podemos elegir lo mejor. Creo que somos mayoría los que pensamos que la vida es más importante que la propiedad privada, que la salud y la educación son más importantes que el programa de Tinelli o que los recursos de nuestro territorio deben ser para nosotros y las generaciones futuras y no para la obscena oligarquía argentina o para multinacionales extranjeras.
Es mentira que las cosas no pueden cambiarse. Los apellidos de nuestros gobernantes y legisladores son los mismos desde hace muchos años, el sistema se ha convertido en un refrito permanente de personajes, al menos, cuestionados, esta situación es la primera que hay que cambiar.
Debemos hacer el esfuerzo de tener memoria, leer entre líneas, juzgar por los actos, toda la propaganda nos juega en contra, pero vale la pena el esfuerzo. Es muy triste que el sistema democrático que costo tantas vidas se haya convertido en “alica, alicate”.
La tierra es nuestra, los recursos naturales también, tenemos que volver a creer que somos dueños de nuestro país y generar acciones concretas para hacerlo cierto.

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