sábado, 27 de febrero de 2010

Este es mi lugar de combate, y de aquí no me voy


Este es mi lugar de combate, y de aquí no me voy”
Cartel colgado sobre el escritorio de Haroldo Conti / 1925 – 1976 (desaparecido)

El Mañana remonta la hinchazón de las olas, vomita humo como una fábrica, fuerza la máquina, navega pertinente hacia su forma exacta, adelantando esbozos.

“-El Mañana -anuncia el Lucho.
Oreste abarca el mar con los ojos. Sólo brillos.
-No más de una hora. Tiene que montar el cabo.
El Machuco sale a la puerta del rancho medio dormido y comienza a disparar el bombardino. Cafuné pedalea en círculo frente a la barraca. La gente concurre. El Bimbo iza una bandera en la punta del muelle, el Prefecto se reviste, aparece la Malaque a todo paño por detrás del faro.
Oreste ha quedado de pie en la puerta de la barraca. Cuerpo sin peso. Éste era el día. Estaba así tramado. Cuando levantó el vaso no lo sabía, pero la Malaque ya estaba por doblar el cabo y Cafuné trepaba por el otro lado del médano, adelantaba el suceso, había avistado el Mañana a la altura de Punta Almagro, él ya estaba en lo nuevo.
Aparecen los botes un poco más abajo del horizonte. El brillo del agua los borra por momentos.
El señor Pelice, que viste siempre de negro, calza un panamá alerudo y grasiento y no se lo ve más que en ocasiones de solemnidad, se encamina hacia el muelle con una caja de bombas y un mortero. El señor Pelice es cohetero y polvorista, de la escuela de Rossignon, aunque para las bombas se ajusta a las cargas y proporciones de Browne. Su especialidad son las piezas pírricas y las glorias o soles fijos. Algo después lo sigue el Prefecto. Cafuné queda solo, rodando, rodando, Cafuné centauro. Los chicos corren detrás del señor Pelice. La gente proviene con el Prefecto que luce paños distintos, ropa de ornamento: gorra de hule con botón dorado, chaqueta con caponas y trencillas de hilo de oro, pantalón con vivos de color rojo y unas botas de caña corta recién engrasadas. La gorra tiene la visera quebrada; la chaqueta, con algunos botones saltados y un alfiler de gancho a la altura del cuello, varias manchas de grasa y una matadura de cigarrillo que la traspasa; los pantalones, un costurón en los fondos y un remiendo en las rodillas; las botas, ajadas como la maleta de un viajante, están partidas en la capellada. Sin embargo, el conjunto es de impresión.
Hay revuelo. Obsérvese. La punta del cabo se estira, se separa, un chorro de humo mayúsculo se eleva sobre el horizonte y tuerce bruscamente hacia Palmares: el Mañana.
El señor Pelice suelta una bomba de ocho pulgadas. El retumbo sacude la barraca. El Mañana responde con unas pitadas que se atoran con el viento. Los chorritos de vapor escapan como corderos por un costado de la chimenea, en la mitad.
La Malaque arría las velas y echa el ancla de apuro, una galápago herrumbrosa. Desde la barraca se siente el repicar de la cadena que resbala por el escobén. Los botes vienen detrás, de competencia. Las palas brillan en el aire, se oscurecen, se hunden, todas a un mismo tiempo. Revueltos hoyos brotan consecuentes a popa. El timonel ordena, cuenta. Los hombres gritan acordes a cada pechazo. Los botes encallan con el último impulso. ¡Ehhh! Bombas y pitadas trastocan el aire.
La Trova de Arenales sobrevive a la carrera detrás de Machuco, que sopla y resopla el bombardino, discordante, mugidor. Cafuné salta, rebate el sonajero. Miranda viene apartado. Camina derecho a los pasitos, apuntando a los ruidos, raspando el violín.
El Mañana remonta la hinchazón de las olas, vomita humo como una fábrica, fuerza la máquina, navega pertinente hacia su forma exacta, adelantando esbozos.
Oreste sigue inmóvil en la puerta de la barraca. Nota el cuerpo liviano, los pies le bailan dentro de los zapatos, se siente ya ido, lo ahueca la nostalgia. Todavía es hombre de tristezas.
El Mañana vira con esfuerzo y enfila hacia el muelle. Más cerca se define. Es un vaporcito con una chimenea mugrosa, una carroza que sobresale como un ropero y se abate a cada bandazo hasta asomar por la borda, un palo piolo que sirve para mástil de carga, una toldilla somera y una proa abollada. Porta un botalón corto y un mascarón todavía indescifrable que lo sostiene con la cabeza. El ruido no guarda proporción con el tamaño de aquel patacho. Se siente un hueco tronar de fierros, el traqueteo del telégrafo y una voz de borrascas que sale de lo alto de la carroza. Un esperpento con los pantalones arremangados y el torso desnudo arroja desde la proa un cabo de bola. El Noy pisa el cabo con un grito de guerra. Varios hombres halan el calabrote, con voces acompasadas. El señor Pelice dispara otra bomba, el Mañana escupe una ronca y larga pitada, hay un tumulto de fierros, soplidos varios, la chimenea lanza un torrente de humo que sofoca a los presentes y el barco sacude el muelle con una recia estropada. Se aclama.
El capitán Alfonso Domínguez asoma medio cuerpo por una ventana y saluda con el puño. La trova arremete con una charanga, algo ecuestre. La flauta y el acordeón llevan la parte del discurso. El redoblante y un tambor de un solo parche que bate un muchacho con un garrotito exponen lo recio del asunto. El violín y la guitarra improvisan adornos, maneritas de relleno. El bombardino remacha los aires con estruendos ordenados siguiendo los volteos de la mano de Cafuné, que marca el compás con una vara. Falta el arpero ciego.
La gente se remueve, se aparta, el capitán Alfonso Domínguez sobreviene en el medio, transita redoblante, lo siguen de algarada en dirección a la barraca.
Oreste lo ve crecer en la cavidad de sus ojos. Avanza parloteando con grandes maneras. Habla de una milla a otra, a olas y peñascos. Más cerca se configura textual. Es hombre de bulto. Empieza por la cara, absolutamente presente, oscura y lustrosa como la de un cetáceo. Se infunde por allí, prima facie, todo Capitán. Tiene ojos de asombro, cargados, que miran en lo interior. Mueve las manos con ajuste, según expone, y si bien no son las manos de un canónigo, tampoco son de esas duras y melladas como una herramienta. En conjunto, hay desenfado, garbo y cierta mesurada brutalidad. Lleva una gorra marinera con la orla que ondea por detrás de la nuca. Un gabán raído, un pantalón corto, botas de goma que pasean la arena. Debajo del gabán está en cueros. Ése es el hombre que lo llevará a Palmares o lo hundirá en medio del mar.”
Mascaró el Cazador Americano (1975)– Haroldo Conti

Desde que recibió las primeras advertencias tenía una invitación para viajar a Ecuador, pero prefirió quedarse en su casa. “Uno elige”, me decía en su carta. El pretexto principal para no irse era que Martha estaba encinta de siete meses y no sería aceptada en avión. Pero la verdad es que no quiso irse. “Me quedaré hasta que pueda, y después Dios verá”, me decía en su carta, “porque, aparte de escribir, y no muy bien que digamos, no sé hacer otra cosa”. En febrero de 1976, Martha dio a luz un varón, a quien pusieron el nombre de Ernesto. Ya para entonces, Haroldo Conti había colgado un letrero frente a su escritorio: “Este es mi lugar de combate, y de aquí no me voy”. Pero sus secuestradores no supieron lo que decía ese letrero, porque estaba escrito en latín. El 4 de mayo de 1976, Haroldo Conti escribió toda la mañana en el estudio y terminó un cuento que había empezado el día anterior: “A la diestra”. Luego se puso saco y corbata para dictar una clase de rutina en una escuela secundarla del sector, y antes de las seis de la tarde volvió a casa y se cambió de ropa. Al anochecer ayudó a Martha a poner cortinas nuevas en el estudio, jugó con su hijo de tres meses y le echó una mano en las tareas escolares a una hija del matrimonio anterior de Martha, que vivía con ellos: Myriam, de siete años. A las nueve de la noche, después de comerse un pedazo de carne asada, se fueron a ver El Padrino II. Era la primera vez que iban al cine en seis meses. Los dos niños se quedaron al cuidado de un amigo que había llegado esa tarde de Córdoba y lo invitaron a dormir en el sofá del estudio.

Cuando volvieron, a las 12.05 horas de la noche, quien les abrió la puerta de su propia casa fue un civil armado con una ametralladora de guerra. Dentro había otros cinco hombres, con armas semejantes, que los derribaron a culatazos y los aturdieron a patadas. El amigo estaba inconsciente en el suelo, vendado y amarrado, y con la cara desfigurada a golpes. En su dormitorio, los niños no se dieron cuenta de nada porque habían sido adormecidos con cloroformo.

Haroldo y Martha fueron conducidos a dos habitaciones distintas, mientras el comando saqueaba la casa hasta no dejar ningún objeto de valor. Luego los sometieron a un interrogatorio bárbaro. Martha, que tiene un recuerdo minucioso de aquella noche espantosa, escuchó las preguntas que le hacían a su marido en la habitación contigua. Todas se referían a dos viajes que Haroldo Conti había hecho a La Habana. En realidad, había ido dos veces —en 1971 y en 1974—, y en ambas ocasiones como jurado del concurso de Casa de las Américas. Los interrogadores trataban de establecer por esos dos viajes que Haroldo Conti era un agente cubano.
A las cuatro de la madrugada, uno de los asaltantes tuvo un gesto humano, y llevó a Martha a la habitación donde estaba Haroldo para que se despidiera de él. Estaba deshecha a golpes, con varios dientes partidos, y el hombre tuvo que llevarla del brazo porque tenía los ojos vendados. Otro que los vio pasar por la sala, se burló: “¿Vas a bailar con la señora?”. Haroldo se despidió de Martha con un beso. Ella se dio cuenta entonces de que él no estaba vendado, y esa comprobación la aterrorizó, pues sabía que sólo a los que iban a morir les permitían ver la cara de sus torturadores. Fue la última vez que estuvieron juntos. Seis meses después del secuestro, habiendo pasado de un escondite a otro con su hijo menor, Martha se asiló en la Embajada de Cuba. Allí estuvo año y medio esperando el salvoconducto, hasta que el general Omar Torrijos intercedió ante el almirante Emilio Massera, que entonces era miembro de la Junta de Gobierno Argentina, y éste le facilitó la salida del país.
Quince días después del secuestro, cuatro escritores argentinos —y entre ellos los dos más grandes— aceptaron una invitación para almorzar en la casa presidencial con el general Jorge Videla. Eran Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Alberto Ratti, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, y el sacerdote Leonardo Castellani. Todos habían recibido por distintos conductos la solicitud de plantearle a Videla el drama de Haroldo Conti. Alberto Ratti lo hizo, y entregó además una lista de otros once escritores presos. El padre Castellani, entonces tenía casi ochenta años y había sido maestro de Haroldo Conti, pidió a Videla que le permitiera verlo en la cárcel. Aunque la noticia no se publicó nunca, se supo que, en efecto, el padre Castellani lo vio el 8 de julio de 1976 en la cárcel de Villa Devoto, y que lo encontró en tal estado de postración que no le fue posible conversar con él. Otros presos, liberados más tarde, estuvieron con Haroldo Conti. Uno de ellos rindió un testimonio escrito, según el cual fue su compañero de presidio en el campo de concentración de la Brigada Goemez, situada en la autopista Richieri, a doce kilómetros de Buenos Aires por el camino de Ezeiza. “En mayo de 1976”, dice el testimonio, “Haroldo Conti se encontraba en una celda de dos metros por uno, con piso de cemento y puerta metálica. Llegó el día 20. Dijo haber estado en un lugar del Ejército, donde lo pasó muy mal. Dijo que se había quedado encerrado en un baño, donde se desmayó. Apenas sí podía hablar y no podía comer. El día 21 pudo comer algo. Se ve que andaba muy mal porque le dieron una manta y lo iban a ver con frecuencia. En la madrugada del día 22 lo sacaron de la celda. Parece que lo iban a revisar o algo así. Estaba muy mal y no retenía orines”. El testigo no lo volvió a ver en la prisión. No ha habido gestión, ni derecha ni torcida, que la esposa y los amigos de Haroldo Conti no hayamos hecho en el mundo entero para esclarecer su suerte.
Hace unos dos años sostuve una entrevista en México con el almirante Emilio Massera, que ya entonces estaba retirado de las armas y del Gobierno, pero que mantenía buenos contactos con el poder. Me prometió averiguar todo lo que pudiera sobre Haroldo Conti, pero nunca me dio una respuesta definitiva. En junio de 1980, la reina Sofía de España viajó a Argentina al frente de una delegación cultural que asistió al aniversario de Buenos Aires. Un grupo de exiliados le pidió a algunos miembros de la comitiva que intercedieran ante el Gobierno argentino para la liberación de varios presos políticos prominentes. Yo, en nombre de la Fundación Habeas, y como amigo personal de Haroldo Conti, les pedí una gestión muy modesta: establecer de una vez y para siempre cuál era su situación real. La gestión se hizo, pero el Gobierno argentino no dio ninguna respuesta. Sin embargo, en octubre pasado, cuando ya estaba decidido su retiro de la presidencia, el general Jorge Videla concedió una entrevista a una delegación de alto nivel de la agencia EFE, y respondió algunas preguntas sobre los presos políticos. Por primera vez habló entonces de Haroldo Conti. No hizo ninguna precisión de fecha, ni de lugar ni de ninguna otra circunstancia, pero reveló sin ninguna duda que estaba muerto. Fue la primera noticia oficial, y hasta ahora la única. No obstante, el general Videla les pidió a los periodistas españoles que no la publicaran de inmediato, y ellos cumplieron. Yo considero, ahora que el general Videla no está en el poder, y sin haberlo consultado con nadie, que el mundo tiene derecho a conocer esa noticia.

Gabriel García Márquez – 1981

Hoy comenzó el juicio de El Vesubio, Ocho represores, incluyendo tres altos oficiales del ejército, comenzaron a ser juzgados esta tarde ante el Tribunal Oral Federal 4 de la Ciudad de Buenos Aires, acusados por un total de 156 delitos, incluyendo 75 desapariciones forzadas y 17 fusilamientos cometidos en el centro de detención ilegal de Ricchieri y Camino de Cintura durante la dictadura, se presume que en ese centro clandestino de detención fue asesinado Haroldo Conti.
34 años después se empieza a juzgar a los ejecutores materiales del plan que vino a concretar la dictadura militar, los autores intelectuales todavía dan conferencias, veranean en Punta del Este, cobran jubilaciones de privilegio y comulgan todos los días.
Un país en donde la mitad de la riqueza se repartía entre los que trabajaban era un escándalo que no se podía permitir, todavía hoy, 34 años después, pensar en llegar a los estándares del 75 es una utopía, la brecha entre los que más y los que menos tienen es escandalosamente superior a ese momento. A costa de muerte rediseñaron el país robándonos a los mejores, a los Haroldo Conti, y dejándonos la Argentina que hoy tenemos, que tanto duele, y que tanto nos cuesta cambiar.

Fernando Fernández Herrero

lunes, 15 de febrero de 2010

Mujer, Madre, Tierra


Es interminable pero entretenida la disputa entre los que quieren sacar a Roca y los que no, los que quieren limpiar las calles de perros y los que no, los que quieren las lomas de burro y los que no o los que quieren costas libres y distribución de la tierra, y los que no, en el fondo todas estas discusiones son parte de lo mismo, que visión tenemos de la vida, en donde nos paramos frente al igual que tenemos en frente.
Cada uno tiene sus posiciones tomadas, algunos están más documentados, otros responden en forma más intestina, pero no por eso menos válida, yo personalmente tengo mis posiciones, las he volcado en este medio en el pasado.
No hay que subestimar el valor de la discusión.
¿Es viable pensar que la conciencia colectiva de la sociedad se va formando, en la actualidad, por el cruce de todas estas polémicas?. Sería muy bueno que así sea.
En el pasado, esta conciencia estaba determinada o dirigida solamente por pocas personas que manejaban todas la herramientas de la comunicación, hoy a pesar de los monopolios, a pesar de la concentración que sigue siendo obscena, tanto de medios como de tierras, de empresas, y de bienes, hay herramientas como internet, que si tenemos la mínima iniciativa, nos permiten escarbar la verdad, escuchar la otra campana, tener conocimiento de otros puntos de vista, todo para después poder procesarlo, de acuerdo a nuestra capacidad y principios, y llegar a formarnos como seres pensantes, con ideas. El promedio de todas esas ideas es nuestra cultura, de la que tenemos que hacernos cargo.
Casi todas las ideas se instalan con un motivo, a veces lo sabemos, otras creemos saberlo, pero casi siempre termina asombrándonos el origen cuando decidimos averiguar.
Que Roca, junto a esa “generación del 80”, fueron los artífices de la grandeza de la patria que luego, hacia fines de los 30, vino a quedar trunca por la aparición del populismo, es un lugar más que común, esa patria que muchos siguen repitiendo como “granero del mundo”, “potencia mundial”, era sin duda un país ideal, el tema es que lo era para unos pocos, seguramente no era tan ideal para los habitantes originarios que se vieron saqueados de sus territorios y asesinados cobardemente o para los fusilados en las Patagonia rebelde o tampoco era un país ideal para el 45% de jóvenes con déficit de crecimiento por desnutrición (léase hambre) que acusaban los informes de ingreso al servicio militar a finales del los 30, en un país que se jactaba de alimentar a Europa.
Que sin un Roca la Patagonia sería parte de Chile o sería parte de Inglaterra o de otra Nación es muy probable, la cuestión es si esa condición alcanza para borrar los crímenes cometidos o si estamos dispuestos, como argentinos, a defender una situación moralmente condenable a costa de nuestra conciencia.
Esa generación del 80 construyó ciertamente muchas obras importantes, pero también construyó la historia, así como se sentó a diagramar un país en donde unos pocos recrearan los lujos de la vieja Europa a costa del trabajo de la mayoría, también se sentó a diagramar cómo íbamos a contar nuestro pasado, quienes serían próceres y quienes malditos, por qué característica se recordaría a tal personas borrando de su currículum otras cualidades que molestaban. Dentro de esta reescritura funcional de la historia se inscribe el discurso de que los Mapuche son indios Chilenos, o que tal pueblo originarios es Argentino y tal no.
Yo soy optimista, creo firmemente que algún día lograremos tomar conciencia que América no existe, es una mentira, creo que la verdad saldrá a la superficie victoriosa, con millones de muertos a cuesta pero victoriosa.
Awya Yala tenía más de 500 millones de habitantes distribuidos en cientos de pueblos con sus culturas, lenguas y creencias el día que llegaron los españoles, ¡más de 500 millones!, 500 años después se censaban 50 millones de originarios, sin calcular el crecimiento natural de la población que debería haber sido, podemos decir que fue un genocidio de 450 millones de personas, con mucha menos prensa que otros genocidios varias veces más chicos, pero el tema no termina en el no reconocimiento de esta historia, los 50 millones que quedaron siguen siendo asesinados hoy en día, cuando se los mata a tiros (que sigue pasando), pero también cuando se los deja afuera de los derechos que todos tenemos, cuando se sigue ignorando su existencia, su cultura, sus creencias, cuando se les sigue saqueando el territorio, cuando se los sigue mirando despectivamente como entes extraños a nuestra cultura, cuando son ellos el inicio de la cultura de esta tierra y nosotros los que debemos dejar de ser extraños.
La historia va reescribiéndose y ya son innumerables las pruebas y testimonios que demuestran que los Mapuche iban y venían a ambos lados de la cordillera, el argumento de que son los indios malos que mataron a los buenos que estaban de este lado y por eso la Conquista del Desierto vino a ser una especie de reparación histórica, de ajusticiamiento de nosotros, los argentinos, sobre ellos, malos, chilenos y matadores de nuestros pobres indios, es, además de infantilmente conveniente para lavar nuestra conciencia, una falacia que ya se cae por el propio peso de su ridiculez.
Yo no voté a Roca, por lo que me cuesta hacerme responsable de sus actos, pero lo soy en tanto y en cuanto sus actos continúan vigentes hoy en día en el armado del modelo de sociedad que tenemos y que queremos. Nosotros, los argentinos actuales, somos cómplices de ese genocidio en la medida en que sostenemos una sociedad que lo sigue cometiendo.
Al principio decía que todas las discusiones que nos permitimos dar van creando lo que somos, tanto si defiendo la estatua de Roca como si protesto contra la loma de burro anteponiendo el valor de mi tren delantero por sobre el de la vida de los que mueren todos los años en la ruta, o si me molesta ver gente manifestándose en contra de una millonario que se quedo con un lago pero no me indigna cuando a una comunidad mapuche o a un poblador pobre le sacan el terreno en el que vivió su abuelo, estoy tomando partido, estoy definiendo, en mi parte, que país tenemos.
En todos los momentos de la historia cada una de las personas tuvo que tomar partido, sería interesante que cada uno haga el ejercicio de encarnarse en un ciudadano de otra época histórica, ¿cómo nos vemos a nosotros mismos durante la Conquista del Desierto?, somos un capitán de la fuerza de Roca que entra a sangre y fuego a usurpar territorios ajenos, somos un indio que lucha por la tierra de sus ancestros y muere, somos el oligarca que hace su misa diaria en Bs.As., que cristianamente le espanta la violencia pero que se restrega las manos pensando en los millones de hectáreas que heredará, somos el ciudadano ignorante que no sabe nada de lo que está pasando y no le importa o somos el pobre trabajador de la ciudad que siente las injusticias en carne propia porque de eso sabe, pero solo tiene tiempo de trabajar para alimentar a su familia, o por último, somos la india, madre, como la tierra es madre, que corre al bosque tratando de defender a sus hijos de los soldados que se vienen, arrasándolo todo, que sabe que terminará con suerte, de esclava de alguna familia “decente”, pero que corre, con sus hijos a cuesta, porque ellos son los que más le importa. Esa es la estatua que algunos pedimos que simbolice nuestra ciudad. Mujer, madre, tierra.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Denuncian robo el cartel que anunciaba el ingreso a Lago Escondido


El grupo de entidades que participaron de la organización del acto en El Foyel -el 28 y 29 de noviembre- por las costas libres y contra la concentración y extranjerización de la tierra, repudió la “intimidación dirigida hacia los integrantes de la misma y propietarios del camping 'El Viejo Almacén' de El Foyel”. Según explicaron, “por segunda vez fueron pegados volantes apócrifos en los carteles indicadores de la ubicación del camping. Con esta actitud artera buscan intimidar y dañar comercialmente a estos vecinos de El Foyel, y deslegitimizar los reclamos y actividades realizadas por la Mesa Organizadora”.

“Estos hechos se suman al robo del cartel que fue colocado el día 29 de noviembre durante el masivo acto popular, como así también a la destrucción de la bandera desplegada por la organización HIJOS Bariloche en el km. 1976 de la ruta 40 sur”, puntualizaron los integrantes de la Mesa de Organizaciones por la Tierra.

A través de un comunicado, se indicó que “varios vecinos de la zona nos han comentado que desde la administración de la Estancia Hidden Lake, propiedad de Joseph Lewis, se les ha tratado de convencer que deben resistir la apertura del camino de acceso a las costas públicas del Lago Escondido, ordenado por el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Río Negro”.

Para los referentes de las entidades “no quedan dudas que mientras el grupo de organizaciones y comunidades que componen la mesa elijen realizar las actividades y reclamos en forma pública, pacífica y sin atentar contra las personas y propiedades, estos otros personeros malintencionados elijen esconderse cobardemente detrás de la oscuridad, el silencio y el anonimato. Este tipo de actitudes mezquinas solo demuestran la falta de legitimidad y respaldo que tienen sus pretendidos reclamos”

Anticiparon, finalmente, que “estaremos alertas ante cualquier otro acto intimidatorio que sufra los integrantes de las organizaciones y comunidades participantes, los simpatizantes, los adherentes, y los pobladores de El Foyel que bien intencionadamente apoyan los legítimos reclamos impulsados por esta Mesa de Organizaciones. Denunciaremos éste y cualquier otro atentado ante las instancias públicas que correspondan”. (ANB)

lunes, 1 de febrero de 2010

El desalojo como estrategia


Por Luis Horacio Santucho *

Martín Güemes, héroe de la Revolución de Mayo en nuestra región, dijo en referencia a la justicia que “hay que remover los obstáculos de tan alta empresa y proporcionar todos los recursos para realizarla”. Ingresando en el año del Bicentenario del proceso de formación del Estado nacional, aún sigue pendiente no solamente afianzar la Justicia, conforme dice el preámbulo de nuestra Constitución Nacional, sino también su realización en la realidad concreta de los seres humanos. Pasó el tiempo y los gloriosos infernales volvieron a sus tierras a buscar el reparo de la virtud más bella, pero pronto descubrieron que el poder colonial había modificado solamente su denominación.

La Forestal y su efecto expansivo fue la continuidad de un proceso de apropiación de la tierra pública convertida en latifundio y explotación del hachero herido de muerte junto al quebracho. Cuando se fue el obraje, solamente quedaron los campesinos e indígenas que comenzaron a ejecutar el mandato de las voces del lejano tiempo, el sistema productivo mixto que les permitió recuperar el ecosistema dañado por la voracidad del sistema capitalista internacional. Esta realidad de vida es el ejercicio pleno de la soberanía alimentaria, un derecho fundamental de incidencia colectiva porque es la continuidad histórica del ayllu de los primeros autóctonos.

A partir del menemismo la soja ha avanzado sobre el derecho a la tierra de los pueblos campesinos e indígenas de la región. Las topadoras dirigidas por los pools de siembra actúan del mismo modo que un ejército de ocupación contra la naturaleza del Gran Chaco Americano materializando masivos delitos de estrago rural, que no pueden concretarse en condena porque los jueces federales o provinciales se niegan a dirigir la imputación hacia los responsables del irreparable daño ambiental.

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) explicó ante la CIDH, patrocinados por la Fundación Liga Argentina por los Derechos Humanos, cómo se desarrolla la modalidad de la estrategia del desalojo: “Los particulares que se consideran ‘dueños’ (titulares de dominio) presentan denuncia penal en las comisarías de la zona o en los juzgados de instrucción de las ciudades acusando a los campesinos por los delitos de usurpación, hurto de productos forestales, daños, entre otros. Obligados a concurrir a las comisarías o juzgados, los pobladores que deben declarar como testigos o imputados suelen ser inducidos a pronunciarse en contra de sus derechos posesorios. Estas ‘declaraciones’ son utilizadas posteriormente en la jurisdicción civil donde las empresas presentan acciones de reivindicación precedidas de diligencias preliminares, desalojos, conclusión del comodato verbal, entre otras, contando siempre con la función complaciente y activa de la estructura del Poder Judicial y de la Policía.”

Los pueblos originarios y campesinos vienen reclamando a través de sus representantes legales que se declare causa federal las relaciones jurídicas indígenas y la tipificación de delitos de lesa humanidad a los hechos descriptos anteriormente porque configuran desalojos forzosos. Un caso emblemático es la familia Quiñones, antiguos poseedores en el Lote 41, Los Juríes, en el sudeste santiagueño. Fueron desalojados mediante una tremenda estafa de jueces, abogados, escribanos y empresarios norteamericanos confabulados con miembros de la Federación Agraria. La estafa ya fue comprobada porque apareció protocolizada la escritura original, que no fue la misma que se presentó en el juicio y ahora parte de los acusados tienen auto de procesamiento, pero el tiempo pasa y los Quiñones siguen desterrados de su propia tierra.

La impunidad de la corporación sojera tiene su explicación en la existencia de un poder judicial que rinde culto a las escrituras públicas anotadas en los registros catastrales e inmobiliarios de las provincias, sin tener en cuenta la preexistencia fáctica y jurídica de los pueblos originarios y campesinos. Si a ello se agrega una mirada racista, al estilo de la ex jueza Parrilli, donde se percibe el acervo de formaciones psíquicas heredadas de los arcontes del terrorismo de Estado, el panorama de nuestros compañeros campesinos y hermanos indígenas es gravemente desalentador en los estrados judiciales.

El actual juez de nuestro máximo tribunal de Justicia, Eugenio Zaffaroni, en tiempos de su gestión en el Inadi, dijo que una de las características estructurales del discurso racista es una suerte de falso humanitarismo, y que las hipócritas invocaciones a la tutela o piedad de los inferiores dejan el camino expedito para los “visionarios políticos” y sus sicarios. Si la Justicia no se llena de tierra, la humanidad será un desierto.

* Frente Nacional Campesino-Santiago del Estero

Expulsión y reafirmación

Por Sebastián Valverde *

Para los pueblos indígenas, la tierra no representa solamente el ámbito en el cual residen y del cual obtienen lo necesario para su subsistencia. Por el contrario, es el espacio en el que ha transcurrido la vida colectiva del grupo, de allí que el concepto de “territorio” resulte el más adecuado. Esta reivindicación es, pues, de gran significación en tanto agrupa a un conjunto englobador de otras: los recursos naturales, el autogobierno, el desarrollo de las identidades y la existencia del grupo mismo.

Desde hace décadas, una diversidad de actividades económicas (agrícola, ganadera, forestal, minera, petrolera, gasífera, hidroeléctrica, turística, como así también la privatización y extranjerización de tierras, el surgimiento de emprendimientos inmobiliarios, etc.) vienen impactando en los territorios indígenas poniendo en jaque la dinámica productiva de estos pequeños productores. Tal es el caso de la expansión de la frontera agraria y el proceso de concentración económica de las distintas estructuras rurales, responsables en gran medida de los flujos migratorios que se han registrado en las últimas décadas en dirección a las ciudades (donde reside la gran mayoría de la población indígena).

Junto a estas transformaciones, a partir de la reafirmación democrática se ha avanzado en el reconocimiento jurídico hacia los pueblos originarios, tal como ha sucedido en otros países de la región. La Constitución Nacional de 1994, con la sanción del artículo 75 inciso 17, ha incorporado el reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas. Por su parte, la Ley Nº 24.071 ha ratificado el Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes del año 1989, considerado un referente a nivel internacional para las políticas públicas. Las constituciones provinciales y algunos municipios también han adecuado sus normativas. Este avance en las legislaciones es en gran medida consecuencia de una revitalización de las identidades indígenas, con la consiguiente recuperación de lenguas, saberes ancestrales, territorios tradicionales, etcétera.

En los hechos, sin embargo, la implementación de estas políticas ha sido escasa, lo que explica la precariedad jurídica de la posesión de los territorios en que se asientan actualmente las poblaciones indígenas –ya sea en calidad de “fiscaleros”, o bien con “permisos precarios de ocupación” o como ocupantes “de hecho”–. Asimismo, son lentos los avances en la “regularización dominial”, y más aún en el reconocimiento de la “propiedad comunitaria”.

Esta paradójica combinación de una estructura económica cada vez más expulsiva, la creciente conformación de los pueblos indígenas como sujetos sociales y legislaciones con escaso nivel de efectivización, constituyen factores centrales para explicar los conflictos territoriales que se vienen registrando a lo largo de todo el país. También es necesario considerar las tendencias en las fuentes de ingreso de estos pobladores, que plantean nuevas vinculaciones con los ámbitos territoriales a partir de la complementariedad entre las ciudades y áreas rurales, entre trabajos asalariados y rurales, y residencias estacionales en ambos ámbitos.

Un importante avance se ha efectuado a partir de la promulgación, en 2006, de la Ley Nacional Nº 26.160 la cual establece “la emergencia en materia de posesión y propiedad de tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país”, y la suspensión de los desalojos hasta tanto se efectúen los estudios correspondientes. Esta ley, instrumentada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), implica un relevamiento sociocultural, jurídico y catastral de los territorios indígenas, cuyo resultado será asegurar el reconocimiento y la titulación dominial correspondiente. Se trata de una herramienta legal importante, que permitiría saldar la deuda pendiente en materia de aplicación de las legislaciones vigentes. En algunas provincias, la aplicación de esta normativa, especialmente la conformación del ente mixto que llevaría a cabo el relevamiento, ha generado grandes debates y litigios entre las partes involucradas –organizaciones indígenas, entes nacionales y provinciales, los institutos indígenas (nacional y provinciales) y las universidades nacionales–.

Tanto las graves condiciones de pobreza que aquejan a la población indígena (que supera ampliamente a las de la población no indígena), como así también los conflictos territoriales que vienen protagonizando con el Estado y con sectores privados –y que en los últimos meses se han agudizado alarmantemente en algunas regiones– evidencian la necesidad de efectivizar las legislaciones y garantizar su pronta aplicación.

* Antropólogo Social, Investigador del Conicet-docente de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA

El Gobierno no sabe cuántas tierras de frontera pertenecen a extranjeros

Diario Clarin (Una Buena)

La Cordillera, los bosques nativos, el Acuífero Guaraní y los ríos más caudalosos del país siguen acechados por el proceso de extranjerización de tierras y están afectados por una legislación que mantiene el espíritu de los años 90 y es considerada una de las más débiles del mundo en materia de protección de los recursos naturales cercanos a las fronteras.

Lo advierten expertos en geopolítica, organismos de control y legisladores de la oposición, en momentos en que los problemas del cambio climático vuelven a sacudir a miles de pobladores.
El Gobierno admitió la "dispersión normativa" en el tema, pero no amplió los requisitos para que los extranjeros extiendan sus propiedades en áreas estratégicas.

Mediante la resolución 166 del Ministerio del Interior, dio de baja a otras 10 resoluciones del menemismo, pero fijó un mapa de las zonas de seguridad en las fronteras, actualizado, con demasiados agujeros. Las zonas de seguridad, establecidas en 1944, están ubicadas en el espacio adyacente al límite internacional: es una franja de 150 kilómetros desde la frontera terrestre y otra de 50 kilómetros a partir de la costa.

Según la resolución 166, de marzo pasado, 89 centros urbanos y localidades, de 14 provincias, quedaron "desafectados en su totalidad del régimen de previa conformidad" que se exige a extranjeros que quieren comprar tierras en los bordes geográficos argentinos. Fue una reafirmación de lo dispuesto por el menemismo en la década del 90.

La Quebrada de Humahuaca, las islas del Ibicuy, el área efervescente de Gualeguaychú, las zonas vitivinícolas de Tupungato y Tunuyán, Calingasta al norte y Gaiman al sur son algunas de las localidades donde los extranjeros se encuentran con facilidades únicas para expandir sus latifundios.

"Es pérdida de soberanía. No hay país en el mundo con una legislación tan flexible como la nuestra. En Japón, Estados Unidos o Canadá, los extranjeros no pueden comprar tierras y menos si cuentan con recursos naturales", señala Elsa Bruzzone, profesora de historia y especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional.

La mujer, autora del libro "Las guerras del agua. América del Sur, en la mira de las grandes potencias", (editado por Capital Intelectual) afirma que "el 20 por ciento de la Argentina tiene dueños extranjeros, especialmente en la Patagonia y la Cordillera". Estimaciones cercanas hacen la Federación Agraria y legisladores de la oposición, aunque nadie ha podido validar sus cálculos, porque el Gobierno no da información sobre el tema.

"Cuando Luis D'Elía era subsecretario de Tierras, intentó hacer un catastro de las propiedades en manos extranjeras, pero tampoco pudo acceder a la información. Quienes lo intentaron, se encontraron con títulos falsos y registros provinciales poco fiables No hay un registro real", dice Bruzzone.

La secretaría de Interior tiene pendiente armar una Base de Datos para registrar la titularidad de los dominios de los inmuebles ubicados en las zonas de seguridad, las operaciones inmobiliarias y las transferencias de acciones o modificaciones de la estructura societaria de las firmas que sean titulares de esos bienes, para detectar engaños en los traspasos. "La Base de Datos se halla en proceso de confección", respondió a Clarín del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, tras un pedido de Acceso a la Información. La secretaría de Interior tampoco sabe cuántas solicitudes para comprar tierras presentaron los extranjeros entre 2003 y 2007, durante la administración de Néstor Kirchner.

Para José Luis Dutto, Defensor del Pueblo de Neuquén, la resolución 166 "parece una macana", porque "da la impresión de que flexibiliza el trámite para los extranjeros, que quedarían liberados de muchos requisitos". En su provincia, fueron desafectadas las localidades de Aluminé, Chos Malal, Huiliches, Minas, Ñorquin, Loncopué, Pehuenches, Picunches, Zapala y Collon Cura. "Es zona virgen -subraya-, muy poca población, agua pura, bosques, con comunidades de crianceros, algunas estancias, mapuches. Desde el punto de vista ambiental, el lugar es impecable".

Cuando Dutto recorre el interior neuquino, "se me acercan pobladores para comentarme de nuevas ventas de tierras a extranjeros, que están interesados en zonas de Bariloche, villa La Angostura, Junín de los Andes", mientras que movimientos sociales y del foro 'El Agua como Derecho Humano' "me expresan su preocupación y piden que no se cierren los accesos a los ríos y a los campos".
El ombudsman de Neuquén pide que el Congreso investigue el tema y que el próximo plenario de defensores del pueblo, que se hará en marzo, también lo examine.

Proyectos de ley presentados en la Cámara de Diputados piden más restricciones para la compra de tierras. Uno, auspiciado por la diputada de la Coalición Cívica Susana García, plantea directamente la prohibición a los extranjeros y sus empresas para "la adquisición del dominio y otros derechos reales sobre inmuebles rurales en zonas de seguridad" y lo fundamenta con citas de leyes protectoras de la mayoría de los países latinoamericanos.

Otro proyecto, de la diputada de Solidaridad e Igualdad Verónica Benas, señala que "la mayoría de los expedientes de venta de tierras sobre la Cordillera fueron aprobados por vía de la 'excepción' y Santa Cruz y Chubut son las provincias de mayor incumplimiento".

A esas conclusiones habían llegado especialistas en medio ambiente de la Auditoría General de la Nación, que encabeza el radical Leandro Despouy. En dos informes, el organismo detectó un sinfín de irregularidades en la presentación de documentación por parte de los compradores extranjeros en la Patagonia y la Mesopotamia.

El Gobierno reconoció el problema en la última "Memoria detallada del Estado de la Nación" presentada en el Parlamento. Dijo allí que la Dirección de Asuntos Técnicos de Fronteras puso como prioridad "el análisis de expedientes iniciados en los años 2005/2006 sobre Previa Conformidad, advirtiéndose que gran parte de ellos se encontraban con documentación faltante y/o vencida". Intervino un escribano, que pidió por escrito un refuerzo de la documentación en 234 expedientes, aunque sólo obtuvo respuesta en el 20 por ciento de los casos. "El mismo criterio de envío de notas (para pedir más documentación) se sigue para los expedientes 2007/2008", se indicó.

Hoy, la Dirección de Asuntos Técnicos de Fronteras dice que hay 216 expedientes "a la espera de documentación" y que "se han instrumentado mecanismos encaminados a fortalecer el control".
En tanto, la provincia de Santa Fe se convirtió en la primera en legislar ante la amenaza directa de que empresas y barcos extranjeros vengan al país a llevarse el agua de los ríos. En noviembre, la Legislatura dispuso la prohibición de la comercialización de agua dulce a granel (potabilizada o no), cuyo fin sea la exportación.

http://www.clarin.com/diario/2010/01/31/um/m-02130828.htm