miércoles, 11 de noviembre de 2009

El turno de las Organizaciones Sociales


Les toco el turno a las organizaciones sociales, cualquiera puede caer con tal de llegar al infierno tan anunciado, en estos días la televisión se encargó de Milagros Sala líder de Tupac Amaru, el diario La Nación bombardea, con una periodicidad estudiada, notas contra los Mapuches, y “los piqueteros” esa etiqueta que quiere significar mucho más que personas que se manifiestan cortando una ruta o calle (ya que nunca se llamó piqueteros a los que, durante varios meses, cortaban a favor del campo y sus rentas) llenan las pantallas de los programas de horario central siempre al lado de menciones de “Infierno en la ciudad”, “Encapuchados sospechosos”, “Inseguridad”, etc. Si se mira en perspectiva está claro que el objetivo de fondo es desmovilizar, mucho pobre junto asusta y organizado aterra.
Hay partido radical!, como pocas veces en la historia, la pérdida de itinerario ha hecho estragos en los restos del que fue uno de los dos partidos más importantes de nuestro país, esta es la única explicación sobre como las voces cantantes del centenario partido son Cobos, Morales y Carrió, el primero convertido de la noche a la mañana en prócer republicano de la derecha argentina, por traicionar el mandato para el cual fue votado, por indignamente continuar cobrando sueldo de vicepresidente de un gobierno al que quiere voltear, los otros dos convertidos en tristes profetas del apocalipsis que nunca llega, grotescos y oscuros brujos adivinadores de muerte y destrucción. Pero mucho más grave aún es que todos los demás dirigentes radicales formen la plataforma desde la cual estos tres tristes personajes se encaraman como líderes de un partido que tuvo figuras como Yrigoyen, Alem, y hasta el mismo Alfonsín , que parece, visto en perspectiva, un ser extraterrestre al lado de la mediocridad de lo actual.
El partido peronista ha tenido muchos momentos vergonzosos también, pero hasta en su hora más nefasta como fue la década menemista, en la que se traicionaron todos los postulados originarios del movimiento, había sectores que mantenían su decencia, se escindían formaban alianzas, protestaban contra las barbaridades de Menem y cía., el grupo de los 8 de Cacho Álvarez por ejemplo. En una sociedad lobotomizada por las promesas de shopping, Miami y primer mundo que recibíamos diariamente de la Televisión tinelizada al máximo, los ciudadanos no les dábamos a estos grupos ninguna validación en la urnas, pero siempre estuvieron, tratando de cortar con una lima de uñas los barrotes de una actualidad política que se deglutía, a paso forzado, décadas de derechos de los trabajadores. No se ve en el radicalismo analogía de esa resistencia a la debacle del partido propio
En estos días Cobos (siempre con una cautela estratégica en sus declaraciones) Morales y sobre todo Carrió han llegado al clímax de la indignidad, los vemos aparecer hasta el cansancio, siempre con horas diarias de pantalla en los medios heridos por la nueva ley de servicios audiovisuales, como enfilan y atacan una y otra vez dejando sus alquitranado manto de sospechas sobre el que sea con tal de destruir al gobierno, en estas horas le ha tocado a las organizaciones sociales. La repetición de predicciones apocalípticas, por incumplidas y mal intencionadas ha terminado de inmunizar a este gobierno que está muy lejos de ser bueno, de hecho es muy malo, pero es indiscutible que muchas organizaciones sociales han podido crecer y ampliar el campo de su acción solidaria durante el período Kirchnerista.

Si hay un contrapeso para esta democracia minusválida que nos impone el poder económico, ese que mata en nuestro país a 25 pibes por día, esta democracia que es el mejor sistema siempre y cuando la parte pobre de la sociedad , la más grande, no participe activamente, si hay un contrapeso para tratar, no ya de equilibrar, ya que esto seria cándidamente optimista, sino por lo menos de que la balanza no se caiga directamente para el lado de la muerte, ese contrapeso es sin duda el conjunto de organizaciones sociales que forman con sus años de militancia, de trabajo de base, su permanentes contradicciones internas, sus cuadros mediocres pero también esos que descollan en la historia de nuestro país, un dique a la voracidad de los que siempre se quedaron con lo ajeno.
La falacia de la defensa de lo republicano, ese valor que nos venden diariamente y que no se sabe bien qué es, pero que huele a contrario a pobre movilizado, es el caballo de batalla de estos aprendices a inquisidores a los que, como a aquellos, tanto les gusta ponerse del lado de Dios, para justificar sus obscenidades.
Hoy hablan de piqueteros armados y narcotraficantes, de estados dentro del estado, de organizaciones de terroristas, hablan livianamente de aniquilar a Kirchner, (hace acordar tristemente a ese decreto firmado en los 70 por el oscuro Ruckauf sobre aniquilar a la subversión), hablan de emboscada para matar, se desgarran las vestiduras con los exabruptos de Maradona y miran para otro lado cuando el exabrupto es de un propio, hoy son un conjunto de buitres atentos al primer muerto, y da miedo, están ávidos de muerte, porque saben que una muerte podría desencadenar una serie de acontecimientos que por fin den cumplimiento a las profecías mas oscuras que nos relatan diariamente.
Siempre fue el objetivo del poder económico desmovilizar, es una regla fácil para saber quién es quién entre nuestros dirigentes, el que promueve la movilización del pueblo es el que sostiene que un pueblo movilizado y dueño de su propio destino es la única formula para lograr una sociedad más justa, que ojala algún día nos deje de dar vergüenza, en cambio el que agita fantasmas llamando a gritos a los jinetes del apocalipsis ante cada movimiento del campo popular, trabaja sin duda para mantener los privilegios de los que deciden sobre casi todo, es un triste personero de los que quieren que todo quede como casi siempre fue, un desastre.
La sociedad necesita que los radicales abran los ojos y vean que si sus referentes nacionales son Cobos, Morales y Carrió, seguirán sumergiéndose en el barro de la historia.

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